Toilet Paper

jueves, 19 de marzo de 2020

He viajado en AVE una semana antes de que se cerraran todos los colegios y universidades en España; He estado rodeada de 11.000 fans de la Pantoja en el concierto que dio en Madrid hace unos días; y fui a Carrefour el día después de que el Coronavirus fuera declarado pandemia.
Es decir, no he podido salir indemne de tanto desafío y obviamente, me he contagiado en algún momento. Hubo un par de días que me notaba febril pero por más que me ponía el termómetro nunca superaba los 36,5º.
Casi todos somos afortunados de poder decir que hemos sobrevivido o sobreviviremos al Coronavirus, casi o completamente sin síntomas... Sin embargo, la vida ya no es ni sera igual.

No creo en las teorías de la conspiración y soy de las que no pone la tele porque se asquea tanto del bombardeo de noticias catastróficas, como de los oportunistas de este tipo de situaciones. Sin embargo, estoy absolutamente convencida de que nos cuentan la mitad de lo que saben. Las medidas adoptadas son contradictorias, tardías y/o alucinantemente surrealistas.

Sin ir más lejos, el día que fui a Carrefour fue una de las experiencias más terribles que he vivido en mi vida. Y eso que ni siquiera llevaba carrito, de hecho ni siquiera necesitaba ir, pero una conversación con mi amiga Claudia el día anterior había calado muy hondo en mí:

- Este finde me voy a Düsseldorf. - Le dije.
- ¡No lo hagas! Mi sobrina vive ahí y me dijo que incluso se ha acabado el papel higiénico... - contestó alarmada.

¿El papel higiénico? ¿Por qué el papel higiénico? Y muy paleta de mí, pensé: Si se ha acabado en Alemania... por algo será.
Esa misma noche anunciaron que en dos días los coles estarían cerrados, así que al día siguiente no lo dudé: ¡me fui a comprar papel higiénico al Carrefour!
Es el acto más estúpido que he hecho en mucho tiempo, probablemente en toda mi vida. Yo y toooooodos los que estábamos ahí, es decir, unas 5 millones de personas  :-o
La gente hacía colas interminables -sin distancias de seguridad- con sus carritos a rebosar y se oían conversaciones la mar de surrealistas, alternadas con toses mal tapadas... En plan: ve comiendo tú que yo no llego o haz hueco en el trastero...
No tardé ni cinco minutos en salir con mi papel higiénico bajo el brazo gracias a que no había nadie en la caja destinada a las cestas. Era como tener el mejor Fast Track del planeta y me sentí extrañamente afortunada de poder huir tan rápidamente de ahí. ¡Vaya tontería! especialmente teniendo en cuenta que me había metido yo voluntariamente y que ni siquiera necesitaba hacerlo.
Volví a casa jurándome que nunca más volvería a pisar ese ni ningún otro hiper o supermercado hasta que acabara esta historia. A día de hoy, he hecho una compra online que me llegará dentro de 2 semanas y 3 días. ¡2 SEMANAS Y MEDIA! y encima la estoy haciendo a la espera de que me llegue la que hice hace ya una semana y que -cruzo los dedos- me llegará en 4 días.
Todo se ha acelerado sorpresiva e inesperadamente y de pronto estamos todos encerrados en nuestras casas, a tope con el whatsapp, las neveras a rebosar y toooodo el día por delante para digerir lo que está pasando.... que es muy difícil de clasificar.

Mucho ánimo a los que sufren los síntomas, directa o indirectamente por un ser querido, a los que se están viendo en situaciones de desamparo y de quiebra económica, a nuestros mayores y en general a todos los afectados por este virus de mierda y la mala gestión del mismo por parte de las autoridades competentes. Y del mismo modo, mi mayor gratitud a todos los héroes que están dando la cara por el resto de mortales: médicos, enfermeros, periodistas, fuerzas de seguridad...

Un saludo especial a los peluqueros... 

Esto va para largo, mucho más de los 15 días previstos en un principio, así que no dejéis de buscar el rayito de luz, ¡qué lo hay! y...


A TOPE CON EL PAPEL HIGIÉNICO...... Qué se agotaaaaaaa!!!


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